Por esa razón, este ABGstories quiere rendir homenaje a una de las grandes aliadas de todos los públicos: la batidora. Ya sea más de salado que de dulce (o viceversa), tu alma de “cocinillas” no sería la misma sin ella. Si los mayores placeres están en las cosas sencillas, el placer es doble cuando la inventiva humana interviene para facilitarnos la vida.
Siempre que llegas a casa, me pillas en la cocina…
Aunque parezca increíble, hubo un tiempo en el que la humanidad tuvo que recurrir a morteros y varillas para triturar, mezclar y cuajar ingredientes. Un método tan manual como largo. Como ya hemos visto en anteriores entregas de nuestros ABGstories, tuvo que llegar el siglo XIX para poner solución al problema.
En diciembre de 1856, el estadounidense Ralph Collier sentó un enorme precedente con la patente de la primera batidora de huevos con eje rotatorio (US 16267A). La creación marcó tendencia a ambos lados del Atlántico de inmediato. Las mejoras a la propuesta de Collier no tardaron en llegar.
Entre 1857 y finales de siglo, se patentaron y comercializaron múltiples actualizaciones. La más notable fue la de 1885 que firmó Rufus Eastman (US 330829A), considerado el padre de la primera batidora con motor eléctrico. Gracias al innovador añadido, el artilugio amplió su abanico de posibilidades al trabajar con otros ingredientes como la mantequilla, la nata, la levadura o los licores. La batidora pasó de ser la reina de las salsas a la reina de la repostería.
No cabe duda de que los estadounidenses llevaban la delantera en el “terreno batido” durante los primeros años del siglo XX. A partir de la década de los 20 de dicho periodo, los primeros modelos domésticos de batidoras de pie empezaron a colarse en las cocinas norteamericanas.
El arrollador éxito del modelo KitchenAid®, previamente patentado en 1918 por Herbert Johnston y Thomas F. Rataiczak (US 1264128A), propició que el ciudadano medio emulase a los mejores chefs, panaderos y reposteros del país en la intimidad de su casa.
Pocos años más tarde, Stephen Poplawski puso otro grano de arena en la evolución del aparato. Con la elaboración de bebidas en mente, el inventor creó la primera licuadora (o batidora de vaso) eléctrica con cuchillas en la base del vaso en 1923 (US 1475197A).
El toque europeo
Ante la avalancha de propuestas americanas, el talento europeo se apresuró a dar réplica… aunque, eso sí, empezó haciéndolo dentro de las fronteras de los Estados Unidos.
Ivar Per Jepson propagó la excelencia diseñadora de su Suecia natal antes de que medio planeta amueblara hogares con tablas y tornillos de cuyos nombres nunca puedo acordarme. El ingeniero emigró al país de las oportunidades en 1925 y en menos de un lustro ya era padre de la primera batidora de pie eléctrica que presentaba dos brazos batidores desmontables y cuchillas entrelazadas (CA 358295A).
El gran revés europeo se produjo en la segunda mitad del siglo XX con la llegada de la batidora de mano.
El suizo Roger Perrinjaquet causó estragos con su versión portátil, a la que se bautizó como Bamix (a partir del francés, “battre et mixer”) en 1950 (CH 288357A).
El caso del inventor helvético guarda paralelismo con el de Ralph Collier. Y es que, mientras su electrodoméstico se convirtió en un referente en toda Europa Central, en otros países y zonas geográficas como Estados Unidos (US 2804290A de 1957) o el sur de Europa, se decantaron por comercializar versiones actualizadas por ellos mismos.
Spain is different
Enric Berrens fue un ingeniero catalán que en los años 40 del siglo XX se decidió a comercializar en España los productos de la empresa suiza Turmix. Poco después, a través de licencias suizas, pasó a fabricar los productos en nuestro territorio. La alianza hispano-suiza se renombró varias veces hasta que, en 1945, Berrens fundó Pimer. La compañía fue todo un referente del sector español del electrodoméstico, pero el paso de los años les obligó a actualizar la oferta. La trituradora Turmix, la gran estrella del catálogo, necesitaba renovarse.
Pimer confió la tarea a un joven diseñador industrial llamado Gabriel Lluelles Rabadá, quien, en 1959, presentó la primera batidora eléctrica de mano con todos sus componentes fabricados en España, la Minipimer MR1.
El éxito fue tal que no solo se vendieron millones de unidades en todo el país entre los años 60 y 80, sino que acabó protagonizando uno de los casos de vulgarización de marca más significativos de nuestra cultura durante varias décadas.
Gracias a ella, el discípulo Lluelles superó al maestro Perrinjaquet y continuó perfeccionando electrodomésticos como molinillos de café, exprimidoras, licuadoras, tostadoras o secadores de pelo hasta su jubilación en 1988. (ES 2004942A; ES 164791U; ES 28991U).
Ya veis… con las patentes y los diseños pasa lo mismo que con las mejores fiestas: todas acaban en la cocina.