Patentes a todo ritmo

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Hay dos cosas en este mundo que causan auténtico pavor al ser humano: lo desconocido y el silencio absoluto. Para el primer caso, no tenemos remedio… o, quizás, sí. Llámenlo Dios, como hacía Stephen Hawking cuando se le agotaban las teorías. Para el segundo, por suerte para nuestra salud mental, fuimos capaces de desarrollar la música: el arte de combinar los sonidos con el tiempo.

Su intangibilidad despierta nuestros instintos más primitivos como ninguna otra expresión artística. Quizás sea esa condición etérea la que nos ha llevado a obsesionarnos con “atraparla” y llevarla con nosotros a todas partes.

El gran pionero de la portabilidad musical fue Louis Ottens, el padre de la cinta de cassette, fallecido a principios de 2021. Un hombre a quien la industria musical -así como la de los bolígrafos, grandes aliados para rebobinar, y las gasolineras de medio mundo- debe mucho.

Música compacta: la irrupción del cassette

Antes del cassette, la reproducción musical pasó por otros soportes. Los más primitivos fueron los cilindros, que usaron el fonógrafo inventado por Thomas Edison en 1877 o la versión mejorada que lanzó el laboratorio Volta de Alexander Graham Bell. Esta última fue convertida en marca comercial bajo el nombre Graphophone en la década de los 80 del siglo XIX y popularizó los cilindros de cera cuyos surcos estaban dispuestos en zigzag.

La semilla de la democratización de la música la plantó Emil Berliner, fundador de la mítica Deutsche Grammophon. Él fue el primero en apostar por el formato disco y patentarlo en 1887 (US 564686). Las primeras unidades fueron fabricadas en goma laca y, a partir de los años 40 del siglo XX, en cloruro de polivinilo, popularmente conocido como vinilo.

El invento de Berliner propició la llegada de los guateques, cuyos inicios giraron a 78rpm. La cosa se revolucionó aún más cuando el rock y el pop popularizaron los discos de 33 y 45rpm a mediados del siglo pasado. El público comenzó a consumir LPs, EPs, sencillos y maxi-singles. Sin embargo, cargar con ellos seguía siendo algo incómodo. Y, para ser sinceros, no estaban al alcance de todos los bolsillos. Inconvenientes compartidos por el magnetofón y sus bobinas de cinta magnética.

Primeros cassette y reproductor compactos de Philips (1963). Foto: Royal Philips

En 1961, la holandesa Philips se puso manos a la obra para conseguir el formato idóneo. Por una parte, se asoció a Grundig para desarrollar una grabadora de cassette de alta calidad en Viena. Por otro, desde su sede de Hasselt confió el desarrollo de un cassette pequeño (NL 6606263) a un grupo de ingenieros, cuyo jefe era Lou Ottens. A este último se le considera el padre del primer cassette compacto tras zanjar los problemas de transporte y hacer asequible el acceso a la música grabada (DE 1896300).

La alianza Philips-Grundig terminó de inmediato cuando el artilugio de Ottens fue presentado en la Exhibición Internacional de Radio de Berlín (más conocida como IFA) que tuvo lugar en la capital alemana en agosto de 1963.

Patente DE1896300 de Philips (Prioritaria DEN001640 de 1963)

La irrupción fue tal que las réplicas no se hicieron esperar. Muchas empresas de electrónica japonesas crearon su propia versión en diferentes tamaños. Para asegurarse la hegemonía comercial, Lou Ottens convenció a Philips para licenciar su diseño gratuitamente a Sony. Del acuerdo sin precedentes entre ambas compañías surgió el estándar de la industria.

La edad de oro de “la cinta” comenzó en 1965 cuando se comercializó en masa en toda Europa. Tras su desembarco en Estados Unidos en 1966, medio planeta cayó rendido ante los encantos de la MC (abreviatura de Music Cassette). En palabras del propio Ottens, “fue toda una sensación desde el primer día”. Luis González, Director y Fundador de La Cassettería-Ciudad Oasis, ubicada en Madrid, define a Ottens como “un auténtico visionario. Un ingeniero de la vieja escuela, trabajado siempre con las necesidades del público en mente. Le dio formato bolsillo a la música”.

Al vinilo le había surgido un claro y serio competidor. No era para menos.

 Aquella pequeña carcasa de plástico con dos diminutos carretes por los que pasaba una cinta magnética de 3,81mm de ancho estaba llena de posibilidades por ambos lados (la cara A y la cara B).

Detalle de La Cassetteria. Foto: Eva Diapasón.

No solo reproducía lo registrado en ella, sino que, además, permitía grabar tanto el contenido de una cinta a otra, como elementos externos tipo el sonido de la TV, los chistes de las reuniones familiares, los ensayos en el garaje, etc.

González señala que “su aparición también fue en cierto modo el inicio de la piratería, ya que nos posibilitaba grabar de la radio y pasarnos copias unos a otros. Pero siempre hay que quedarse con lo positivo que es la oportunidad que nos dio para conocer nuevas músicas y artistas de forma más rápida y asequible”.

Relevo músico-generacional: el salto al compact disc

Patente de James Russell

La hegemonía del cassette duró hasta mediados de los años 90 del siglo pasado, cuando el CD se adueñó definitivamente del consumo doméstico. Ottens también es uno de los padres del Compact Disc. Asesoró en la reducción del tamaño del disco y la obtención de un sonido más nítido. El tándem Philips-Sony estableció el estándar universal, el CD de 12cm de diámetro, en 1980.

La proeza fue posible gracias a los avances que el inventor estadounidense James Russell había conseguido en el terreno de la reproducción digital. Su huida de lo analógico quedó patentada a finales de los 60 (US 3501586 y US 3795902).

Nostalgia renovada

Detalle de la fabricación de cassettes en La Cassetteria. Foto: Eva Diapasón.

Reino Unido ha sido el primer territorio en confirmar el resurgir del consumo de cassettes. La “cinta” está a punto de superar la barrera de las 100.000 unidades vendidas en las islas británicas, algo que no ocurre desde 2003. Clásicos como Queen, Bryan Adams o Pet Shop Boys lo han rescatado, mientras que nuevas estrellas del pop como Dua Lipa, Taylor Swift o Lady Gaga lo han añadido por primera vez a sus lanzamientos.

Luis González, cuyo primer cassette fue una copia del Senderos de Traición de Héroes del Silencio, asegura que la nostalgia “va para largo. Hay un resurgir de lo físico. El streaming es frío e impersonal y el consumidor es más consciente de ello. En España la tendencia es más lenta, pero las navidades pasadas ya se vieron más reproductores con pletina en las tiendas”.

Quizás dentro de nada volvamos a afianzar noviazgos a golpe de recopilaciones (mixtapes para los millenials) de baladas hechas en cintas vírgenes de 60 y 90 minutos.

Lo indiscutible es que la trascendencia histórica del invento de Lou Ottens siempre perdurará. Para que luego digan que el físico no importa.

¿Recuerdas cuál fue tu primer cassette?

 

Nuestro agradecimiento a la colaboración y aportación gráfica de Luis González, Director y Fundador de La Cassetteria – Ciudad Oasis (Travesía de Conde Duque, 5, 28015 Madrid) en la realización de este artículo.

Jorge Domínguez
Business Development Assistant - ABG-IP
Jorge se incorporó a ABG Intellectual Property en 2019. Su experiencia laboral ha estado siempre ligada a la creación de contenidos, tanto en medios como en agencias de comunicación. Además, cuenta con una trayectoria como autor literario y musical. Es autor de las novelas, “Los Chicos del Parque” (2017) y “Condenados a Entenderse” (2019), y ha lanzado su primer álbum, “Domine”, en 2020.
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