Moreno Patente
Con la llegada del siglo XX, las tornas cambiaron en la cultura occidental. La ciencia propagó los beneficios de la vitamina D y la humanidad se convenció de la vertiente saludable de los rayos del sol. Pronto se sumó el ingrediente superficial. En época de vanguardias, los cuerpos lechosos dejaron de ser atractivos y la fiebre por el “moreno” desencadenó una moda que todavía perdura.
De la Marca del Bañador a las Marcas de Protectores y Lociones
El hombre y el sol se conocieron algo mejor en 1801, cuando el físico alemán Johann Ritter descubrió la existencia y propiedades de los rayos ultravioleta. La humanidad pudo entender mejor cómo se producían las quemaduras. Tal herencia científica permitió a los químicos del siglo siguiente perfeccionar las fórmulas de sus soluciones tópicas, que dieron paso a dos tendencias comerciales. Por un lado, las lociones bronceadoras y, por el otro, los protectores solares. Las primeras tenían más fines estéticos que preventivos. Quizás, por ello, no sea de extrañar que su eclosión se produjera en París, cuna de la moda.
Cuenta la leyenda que Coco Chanel puso de moda el moreno allá por 1925 tras unas jornadas de descanso a pleno sol ¡Y,voilà! La marca del bañador se erigió símbolo de riqueza y vacaciones. Registros menos mitómanos datan la primera loción bronceadora en 1927. Su creador, el perfumista y diseñador francés, Jean Patou. La solución llamada Huile de Chaldée aumentaba la síntesis de melanina, pero sin protección alguna.
Tras varios años de pruebas y el aval de la Universidad de Adelaida, el químico australiano Milton Blake comercializó la primera crema con protección UV en 1932. El producto fue el pilar fundacional de los laboratorios Hamilton (creados por el propio Blake junto a otros colegas de profesión), todo un símbolo nacional en nuestras antípodas.
Europa no tardó en robarle el foco mediático a Oceanía. En 1935, Francia volvió a ser la protagonista gracias a Eugène Schueller, químico y padre de L’Oreal. Su Ambré Solaire incorporó el primer filtro protector del Viejo Continente. En 1936, arrasó en ventas gracias a una campaña publicitaria de radio sin precedentes en la época… porque “él ya lo valía”. En ese mismo año, esta vez desde Alemania, la compañía Beiersdorf AG (pionera en el cuidado de la piel gracias a patentes como la de su Eucerit de 1902 – DE 167849) reforzó la fórmula de su crema NIVEA para dotarla de protección solar. Para la promoción, la ya clásica combinación blanquiazul estrenó su primer anuncio en color…
El Factor Protector
Dos motivos muy diferentes hicieron que dos químicos acaparasen todos los honores del sector tras la II Guerra Mundial. El primero era el estadounidense Benjamin Green cuya inspiración se origina en las inclemencias que el sol dejaba en los cuerpos de los soldados destinados en el Pacífico.
En su etapa como aviador, comenzó a usar una vaselina llamada Red Vet Pet (RVP) como protector. Tras el conflicto, Green mezcló la sustancia con manteca de cacao, aceite de coco y fragancia de jazmín. El resultado: una crema consistente y agradable al olfato que la marca Coppertone convirtió en el bronceador estrella en los Estados Unidos. A ello también ayudó su logo protagonizado por una niña cuyo bañador era mordido por un cachorro, dejándole el blanquecino culete a la vista. Con los años, Coppertone cubriría las partes pudientes de su imagen de marca. En 2019, fue adquirida por Beiersdorf AG.
Para conocer al segundo protagonista nos trasladamos a Austria. Franz Geiter, además de químico, era un gran aficionado al alpinismo. Cansado de las continuas quemaduras que sufría al escalar el Piz Buin (pico montañoso que más tarde daría nombre a la conocida marca), se decidió a desarrollar un protector solar. Sus experimentos empezaron en 1938, pero hasta 1946 no se comercializó el primer y gran resultado: Glacier Cream.
La aportación de Geiter no se limitó a un único producto. Con los primeros casos de cáncer de piel, los investigadores tuvieron un nuevo reto y el austríaco no fue ajeno a ello. Propagó el concepto SPF (Sun Protection Factor, en inglés) en 1962, lo que supuso una auténtica revolución no solo en la industria, sino también en la ciencia (en especial, en las ramas de la fotoquímica y la fotobiología). El sistema de medición, que acabó convirtiéndose en un estándar, tomó como base los estudios de Rudolf Schulze de 1956. Este físico alemán había calculado el factor de protección dividiendo el tiempo de exposición requerido para la inducción de eritema en la piel protegida con crema por el tiempo necesario para la producción de eritema en la zona de piel desprotegida, usando radiación en distintos rangos del espectro.
Hoy en día, los protectores solares (y un gran número de productos cosméticos) siguen perfeccionándose para alcanzar la mayor eficacia por medio de filtros para bloquear rayos UVA y UVB y una mayor resistencia al agua.
Sea en mar o en montaña, disfrutad del sol sin dejaros la piel en ello.